Las dietas milagro contra el cáncer son unas de las búsquedas más realizadas en internet y uno de los contenidos más recurrentes en los medios de comunicación. Son constantes las informaciones que aparecen sobre qué alimentos comer y qué dietas llevar a cabo para prevenir o curar la enfermedad, aunque éstas suelen estar exentas de base científica. De hecho, muchas de ellas se contradicen y las personas acaban desorientadas en torno a qué deben hacer y qué no. Esta realidad muestra la necesidad de aclarar cuál es la verdadera relación entre la alimentación y el cáncer.
Según defiende el Dr. Jeffrey Meyerhardt, del prestigioso Dana Farber Cancer Institute de Boston, no existen dietas milagrosas, ni alimentos malditos que te conduzcan a padecer esta enfermedad.
El Dr. Meyerhardt afirma que la mejor regla que se debe aplicar cuando se habla de dietas y cáncer es el sentido común, apoyado de la tenencia de conocimientos claros sobre qué tipo de alimentación es en general la más adecuada. Y es que dentro de tanto mito hay una realidad: si hay algo que está demostrado es
que el mayor factor de riesgo de cáncer relacionado con la dieta no es un determinado alimento sino la obesidad, ocasionada por una dieta poco saludable y descontrolada junto con un estilo de vida sedentario. En este sentido, los tumores de útero, páncreas, mama, esófago, riñón o el cáncer colorrectal se han relacionado de manera directa con la obesidad.
Así mismo, el excesivo consumo de alcohol puede aumentar el riesgo de padecer tumores como los de faringe, laringe, esófago, hígado, mama o cáncer colorrectal.
En el lado opuesto, se recomienda tomar antioxidantes como el ajo, el kiwi, los tomates o las espinacas como alimentos aliados, y el consumo frecuente de frutas y verduras ya que, al tener un alto contenido en fibra, contribuyen a huir del sobrepeso y todas las enfermedades que le rodean. En cuanto a las grasas, el total de grasas de la dieta no debe superar el 30% del aporte en
ergético diario y la dieta debe ser apoyada por un estilo de vida saludable, con una actividad física que favorezca la quema de calorías.
En cuanto al paciente oncológico, la dieta debe estar dirigida a:
- Prevenir o tratar problemas nutricionales como la pérdida de tejido muscular y óseo.
- Disminuir los efectos secundarios del tratamiento del cáncer y los problemas que afectan la nutrición. Mantener la fuerza y la energía del paciente.
- Ayudar al sistema inmunitario a combatir las infecciones.
- Ayudar a que el cuerpo se recupere y cure.
- Mantener o mejorar la calidad de vida del paciente.
En definitiva, una alimentación sana y equilibrada contribuye a un estado más saludable, y por ello también a un mayor bienestar del paciente con cáncer. La apuesta por una dieta saludable, compuesta por verduras, frutas, proteínas, grano integral, aceites saludables y agua, siempre va a ser un camino correcto.
Desde SAOM recomendamos que el paciente, si precisa más información o si le surgen dudas en torno a la dieta, se dirija directamente a su oncólogo. Éste podrá aportarle una información fiable y/o dirigirle a los especialistas en nutrición del centro.
Fuentes y más información:
Rock, C. L., Doyle, C., Demark‐Wahnefried, W., Meyerhardt, J., Courneya, K. S., Schwartz, A. L., ... & Byers, T. (2012). Nutrition and physical activity guidelines for cancer survivors. CA: a cancer journal for clinicians, 62(4), 242-274.
De la Haba, Juan (2016). “Alimentación y cáncer. Desmontando los falsos mitos”, comunicación realizada en el III Congreso SAOM, “Cambiando el presente, construyendo el futuro”, celebrado los días 16 y 17 de junio del 2016 en Córdoba.